Otra
vez. Bombardeos, muertes, disparos, personas corriendo, solo significa una
cosa, una nueva guerra acaba de empezar.
Hay
que correr con lo poco que nos cabe en las manos, lo primero que encontramos,
todo se está cayendo y no hay tiempo de llevar todo lo que quisiéramos, saco mi
libro de diseños y nos vamos corriendo a un refugio al que los soldados nos
están llevando. Tantas lágrimas que derraman las personas me hacen pensar que
nadie merece este tipo de dolor, ninguno
de nosotros tiene que sufrir por los problemas de los altos mandos del país.
de nosotros tiene que sufrir por los problemas de los altos mandos del país.
Nos
encontramos en el refugio y hay muchos niños llorando, muchos de ellos sin ropa
y lo único que puedo hacer es sacar mi ropa de la única maleta que alcance a
recuperar y modificar cada prenda que allí tenia para ayudar a estos pequeños.
Me demoro unas cuantas horas haciendo la nueva ropa y ya he empezado a hablar
con muchas de las personas que están aquí en mi misma situación, sin casa ni a
donde ir.
Empiezo
a hablar con una señora llamada Kira, ella me cuenta que tenía en su casa un
negocio para arreglar la ropa de las personas con más dinero, además me dice
que tuvo el placer de trabajar unos días con Schiaparelli y con Nina Ricci, de
quienes aprendió a hacer un trabajo perfecto y sobre los diferentes materiales
que se pueden usar para realizar un vestido, aunque ese lujo de variedad de
materiales no nos lo podremos dar por un buen tiempo.
Le
doy la ropa a unos cuantos niños, desafortunadamente no me alcanza para todos.
Los soldados que nos acompañaban al ver lo que acabo de hacer se conmueven y me
dicen que me ayudaran a conseguir el material necesario para satisfacer a todos
los que están aquí conmigo.

Días
después siento que Kira se ha ganado mi confianza y decido mostrarle mi libro
de diseños, vestidos cortos y cómodos para las mujeres, sin nada de ajustes al
cuerpo, simplemente un poco de una fina tela con algunas modificaciones que
harían sentir a cualquier mujer con la libertad suficiente hasta para hacer
deportes.
Cuando
menos lo esperaba llegan los soldados con unos rollos de tela, muy poca en
ellos, pero me hace feliz saber que voy a poder hacer mas prendas y sobre todo
ayudar a estas personas que ya han sufrido mucho. Kira se ofrece a ayudarme y
me doy cuenta de lo buena que es en este trabajo.

Admito
que me encanta lo que hago, pero ya casi no quedan materiales y eso que estamos
tratando de hacer cada vestido con la menor cantidad de tela, pero
necesitaremos que los soldados nos ayuden a conseguir más.