¿Qué tan difícil es montar
en un pavo real? Una vez cada cierto
tiempo soñaba con tener un pavo real, tal vez de mascota o como mi amigo fiel,
esa criatura extraordinaria que con sus varios colores me conquistaba y hacia
que me interesara cada vez más.
Al contarle a mis padres el
profundo deseo de querer tener un pavo real como mascota se rieron en mi cara,
pero a pesar de eso no me iba a detener, mi sueño debía hacerse realidad, quería
sentirme totalmente identificada con este majestuoso animal que con sus
llamativos colores atraía la mirada de cualquiera.

Deseaba tanto tener a ese
animal que me propuse a convencer a mis papas para tenerlo en casa, ardua labor
debo admitir, pero al pasar unos días aceptaron
la propuesta y corriendo llegue donde mi amigo, lo compre y decidí llamarlo
Arco iris porque sus colores reflejaban este claro suceso ambiental.
Por fin mi sueño hecho
realidad, ahora debía empezar a educar a Arco iris, primero dándole su espacio
para que el mismo escogiera lo que sería de su preferencia. Días después yo ya
me sentía como el pavo real de mi casa, tenía siempre encima las miradas de mis
papas y hermanos, creían que estaba loca por tener de mascota un pavo real,
pero para mí era un sueño hecho realidad.
A veces sentía que Arco iris
me hablaba y me decía lo que sentía, y esto fue una clara señal de la conexión que
teníamos mi mascota y yo, tal vez si estaba un poco loca pero todo lo hacía
para ayudar a Arco iris a adaptarse en su nuevo hogar.
Decidí hacer algo que antes nunca había pensado, llegaría el día en el que
pudiera montar sobre Arco iris y sentirme en un máximo esplendor encima del
animal. Lo intente varios días pero no era nada fácil. Arco iris se ponía bravo
y huía de mí, pero días más tarde empecé a cogerle el tiro, simplemente
acariciar sus plumas un par de veces, esperar a que sus plumas estuvieran caídas
y en ese momento hablarle un poco, finalmente conseguí lo que quería, sentirme
como un pavo real, lleno de majestuosos colores y plumas extravagantes, siendo
este ser maravilloso con el que un día soñé, finalmente me sentía como él.